sábado, 31 de julio de 2010

Una vez alguien me dijo que las lágrimas no son siempre proporcionales a lo que nosotros vivimos. Que tres cuartos de lo que derramamos tendría que estar censurado.

Llorar, llorar y seguir llorando como pez que se desenvuelve en el agua, días y días con la amargura en tu cama, como una profesión continua, o como aire que respiras...
Idiota es aquel que busca la manera de buscar lágrimas engañosas con las que oscurecer su vida, humilde es el que intenta disminuir a gran escala su dolor contenido, reciclarlo e intentar no perder la esperanza de que un día brillante pueda salir...
Idiotas de esos en este mundo hay a cientos, incluso yo fui uno de ellos. Cada escusa era buena para ahogarme entre lamentos, cada mal encontronazo era un pozo hundido más para mi. Aunque no quise ser el centro de atención y lloraba hacia mis adentros...fui egoísta por querer sentir más dolor del que me pertenecía. ¿Egoísta, fría y tonta no? ¿Quién quiere sufrir y sufrir hasta que no sientas los dedos de las manos? Ante esta cuestión, muchos responderían con una frase negativa pero lo cierto es que la mitad de la mitad de esas personas saben en el fondo que no es verdad.

Os pediría una simple cosa... observar vuestro alrededor por un momento.
Salir a la calle e investigar o incluso preguntar a personas sobre fragmentos de su vida en los que realmente lo pasaron mal. Vivir y sentir sus historias y poneos o por lo menos intentar poneros en su lugar... ¿ No es cierto que hace que tu vida sea un poco menos triste?
Quizás no tengamos el cielo en nuestra vida, ¿pero tampoco tenemos el infierno, no?

Cada cual llora lo que quiere, en la medida que crea el mismo, pero no dañéis y engañéis a vuestro corazón haciéndole sentir culpable por no haber podido hacer feliz a tus ojos.
Que el corazón solo se guia por ti, y si tu te equivocas de camino, el también lo hará...

Sufrir es de valientes, engañar al dolor... de impresentables.
No quieras ser uno de los del segundo caso, aunque posíblemente ya lo seas... No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita.
Aprovecha lo que tengas, aunque sea en una mínima cantidad.
Al igual que la naranja, es pequeña y redonda por fuera, pero llena de jugo y semillas por dentro que le hacen tener ese sabor tan especial. Porque saca lo mejor de si, y no lo que peor.

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