martes, 6 de julio de 2010

Pájaros desconcertados que se aprietan en tu cabeza, pájaros sin alas vengativos que picotean tus ideas para que no vuelen, para que se queden medio muertas, como ellos.
Pájaros profesionales en jugar a la bolera con sus huevos y estamparlos en el interior de tu frente, y despues los huevos siguen sin romperse por lo que los estupidos bichos siguen jugando y esta vez revotan los huevos hacia todas las direcciones como si estuvieran manejando una consola, haciendo de tu cabeza el espacio de la partida.
Lo peor de todo esque siempre ganan la partida y entonces llegan al siguiente nivel. Cambia el espacio, la velocidad aumenta y el riesgo está más acentuado. Pinchan con sus patas y juegan al corro de la patata al rededor de tu pupula hasta llegar al centro, el centro es el bote y su premio se ha convertido en clones de esos pájaros para que revienten al ojo restante.
Última meta, arrancar con la boca la garganta y usarla como piedra para que rompa huesos y músculos hasta llegar al penúltimo paso; perforar con los colmillos la entrada más fácil del corazón, la punta. Una vez perforada se avalanzan como si se tratara de una guerra medieval, carcomiendo como termitas cada recuerdo que esconde el perdedor; el corazón.

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